Son las 9 de la mañana cuando salimos del albergue.
Somos, para variar, las últimas en salir. Reviso que no quede ninguna luz encendida, que nadie se deje nada, que se queden las ventanas cerradas y cierro la puerta. ¿Y mi bastón? ¡Dentro!. Pues sí que empezamos bien el día. Nada, a llamar al pobre hospitalero porque tengo los tobillos como para andar sin bastón. Al pobre hombre le saco de la ducha pero enseguida viene a abrirnos la puerta. Víctor se ha quedado un rato con nosotras pero decide empezar a andar para tomarse un cafelillo por el Camino. Cogemos unas ramitas de laurel de la ermita y empezamos a caminar. Hoy es Domingo de Ramos.
Subimos la calle del albergue
hasta la carretera. La cruzamos y continuamos hasta que nos encontramos con la plaza de toros. La bordeamos y ya vemos Nieva. Seguimos por un camino hasta Nieva. Cruzamos el pueblo y nada más salir hay que cruzar la carretera y continuar por un pinar. Cuando llevamos ya un buen rato de pinar nos encontramos con el hospitalero que va en bici hasta Coca. Nos dice que Víctor va bastante atrás. En el pinar nos llama la atención la cantidad de tiestos que hay tanto pegados a los pinos como apilados. Hace mucho calor.
Entramos en Navas de la Asunción y nos vamos derechas a la iglesia para ver si podemos llegar a misa. La gente sale, vestida de Domingo de Ramos. Ya es tarde pero entramos a rezar una oración. Como no nos pueden sellar en la iglesia, nos vamos a la pastelería Rosana. Allí nos encontramos con Héctor, Pilar y Eva. Su dueña, Margarita, es una gran hospitalera, atiende a los peregrinos, nos ofrece unos pasteles y un ra
to de tertulia de lo más agradable. Ella tiene credenciales (por si alguno está interesado). El albergue está en la plaza de toros. Algo que hay que apuntar por si volvemos. Nos da unos sobrecitos de crema para relajar las piernas. Esta noche seguro que no nos pesan.
Después de esta larga paradita salimos de Navas y nos encontramos con una bifurcación. Tomamos, por intuición el sendero que gira a la derecha y pasa por debajo de un túnel. Nos encontramos otra vez al hospitalero que va de vuelta a Santa María. Nos recomienda dormir en el albergue de Villelguillo que está a 7 kms de Coca, pero no estamos muy por la labor. Después de pasar el túnel, un descampado larguísimo, sin una sombra. Ana Belén para a cambiarse de calzado pero yo no la puedo esperar, no hay ni una sombra. A lo lejos se ve otro pinar así que tiro y paro cuando entro en él.
Cruzamos el pinar por una pista de arena dejando el pinar a la derecha. Después tenemos pinos a ambos lados y como a 1 km hay unas naves ganaderas de color verde. Nada más pasarlas hay que girar a la izquierda para entrar de nuevo en el pinar. El río Eresma a nuestra derecha. Seguimos un buen rato y nos encontramos de nuevo a Héctor, Eva y Pilar sentados tomándose un tentempié. Nosotras seguimos como otro kilómetro y nos paramos un buen rato a descansar, curarnos los pies y comernos un bocata. Nos vuelven a pasar ellos y quedamos en vernos en Coca.
Llegamos al albergu
e como a las 4:30. El albergue tiene dos plantas, en la de abajo hay una cocina, un baño y una sala de estar; en la de arriba cuatro dormitorios con 20 plazas -creo. Esperamos la vez para ducharnos y lavar la ropa. Al ratito viene Ramón (rasanca).
Estamos un ratito con él. Nos acerca al Castillo para intentar llegar pronto y poder verlo pero no llegamos ni de coña. Sólo podemos ver la zona amurallada, el foso y la escuela. La parte antigua ya está cerrada. Nos despedimos de Ramón y nos vamos a tomar un "pote resinoso de cerveza" al bar "Los Negrales". En honor a Edu. La cerveza, un 10. Lo mejor del día.
Volvemos al albergue y nos reunimos los siete peregrinos que hemos llegado para ir a cenar. En esto llegan otros dos bicigrinos, les decimos para dónde nos vamos a cenar por si se quieren venir. Cenamos los 7 en "
La Estación". Y nos vamos para el albergue a descansar, que ya son las diez y pico y a estas horas los peregrinos ya deberíamos estar soñando con los angelitos.